Si bien en el ejercicio de la entrada anterior la finalidad era llegar a un resultado aceptable de manera casi inmediata, en esta ocasión he transitado por el camino largo. Las imágenes que acompañan este texto fueron tomadas en formato Raw y editadas en ON1 Photo Raw. Más que un archivo de imagen, el formato Raw es información almacenada por los sensores de la cámara en espera de ser interpretados por algún programa compatible (hoy en día cualquier programa de edición de fotos medianamente decente debería ser capaz de trabajar con formatos Raw), esta es la clase de archivos que cualquier cámara genera pero cuyo proceso de edición se realiza dentro de la misma cámara hasta llegar al archivo en formato Jpeg que descargamos a nuestro ordenador.
Al tratarse de información en crudo, a estos archivos no les importa ni el perfil ni el modo de color que tengas programado al momento del disparo, lo que ves en la pantalla de la cámara es tan solo un preview con tonos y colores que no corresponden al archivo Raw, esa información se asignará durante el proceso de edición.
Aunque es necesario invertir un poco más de tiempo en la edición, los resultados son superiores pues tienes a tu disposición mucha información en luces y sombras, capturando detalles que en el Jpeg directo de cámara es imposible recuperar, además hay un campo más amplio para asignar colores y tonos sin temor a quemar áreas de la imagen… quizá el único punto malo sea que los archivos Raw pesan más, ocupando mayor espacio en nuestro disco duro o espacio en la nube (los archivos de las imágenes en esta entrada pesan entre 20 y 30 megas). Actualmente tengo programada la cámara para capturar la misma escena tanto en Jpeg como en Raw pero visto el resultado quizá modifique los parámetros para generar tan solo los archivos en Raw.
Por último, aquí dejo tres ejemplos comparando el resultado de revelar el archivo Raw y el Jpeg (con el picture style CineLook) que generó la cámara sin ninguna clase de edición:
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