Matamos a Dharma en la cuarta entrega y debo reconocer ante ustedes que siempre supe que terminaría de ese modo. Y aún así acepté participar.

¿Por qué? Porque sabía que se podía crear algo diferente a la mayoría gris de la historieta nacional realizando una publicación similar (más no igual) a lo que intenté hace años con aquel experimento fallido de historietas autoconclusivas titulado Openhaüs. Porque iba a colaborar con Homero Ríos, una de las pocas personas que habitan el círculo comiquero que se encuentran realmente comprometidas con aquella divertida tarea de hacer buenos comics. Porque se me prometió regentear un local de prostitutos tailandeses en Minsk. Porque, contrario a lo que se dice ahí afuera, hacer comics no es nada frustrante. Porque quise.

En un principio mi trabajo iba a consistir tan solo en armar los rótulos (lettering o tipografeado) de cada una de las historias cortas… luego se me ocurrió proponer hacerme cargo del diseño editorial… y luego, de vez en cuando, edité alguno que otro texto por cuestiones de espacio. En resumidas cuentas me encargué de la apariencia de la publicación y la apariencia vende y muy bien; a pesar de ser el hombre trás la cortina, me agradó bastante ponerle los enormes implantes a esa rubia bimestral de 24 páginas por entrega que además de una apariencia presentable en sociedad vendió un contenido bastante bueno, y ya sabemos que cuando ambos puntos se tocan el resultado suele ser explosivo. Por fortuna, Homero toma muy bien el feedback… y no, esto no quiere decir que todo lo que le propuse se aplicó (yo también suelo equivocarme), quiere decir que las ideas nacen, rebotan y al final se destilan para aplicar lo que consideramos mejor.

¿Qué sigue? Se me han acercado algunas personas a ver si les armo sus comics (diseño editorial, lettering y esa clase de drogas) pero después de enviar presupuestos no me vuelven a contestar, me queda claro que no confían en sus proyectos y que por lo mismo están condenados al fracaso. Tan solo una persona lo ha propuesto de forma seria y en el próximo FESTOCómic verán mi trabajo en otra publicación además del Dharma.04; sigo trabajando en Colibrí, de hecho es un buen momento para comentar que un ejemplar del primer número estará participando en una exposición en París (Francia, no Texas) el próximo mes; mi trabajo de lettering se publica en Inglaterra en diciembre y tengo algunos planes de seguir impartiendo talleres tras el relativo éxito del Taller de Apreciación al Noveno Arte y el Taller de Autopublicación.

Agradezco a Homero Ríos por invitarme al proyecto, a todos los artistas implicados (sí, a tí también), a Paco Medina por las portadas pateatraseros y a mí por tomar la sabia decisión de participar en todo este tinglado.

Matamos a Dharma y todos están invitados a celebrar el funeral en mi local en Minsk…



Entradas relacionadas


3 respuestas a «Elegía a Dharma»

  1. Información Bitacoras.com

    Valora en Bitacoras.com: Matamos a Dharma en la cuarta entrega y debo reconocer ante ustedes que siempre supe que terminaría de ese modo. Y aún así acepté participar. ¿Por qué? Porque sabía que se podía crear algo diferente a la mayoría gris…

  2. […] por Homero Ríos en el proyecto que llega a su fin, si quieren leer más al respecto pueden leer la anotación que escribí en su momento sobre nuestro “divorcio creativo”; por otra parte inicio colaboración (de nuevo en una […]

Deja un Comentario | Leave a Reply


Categories

Monthly Log

A %d blogueros les gusta esto: